Parte III de la historia de las maquinas de coser

Y esta es la tercera parte y última de la historia de las máquinas de coser y los distintos prototipos y patentes que cambiaron el mundo de la costura.

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La historia de las máquinas de coser

19/7/2021 - En los EE.UU. el cuáquero Walter Hunt inventa en 1833, la primera máquina que no trataba de emular el cosido manual y que hacía el pespunte utilizando dos carretes de hilo e incorporando una aguja con ojo en la punta tal y como se usan hoy en día. Pero también esta idea fracasó ya que la máquina sólo podía coser costuras rectas y muy cortas.
También en los EE.UU., John Greenough, nueve años después del invento de Hunt, produce una máquina en la cual la aguja atravesaba completamente el tejido y aunque se construyó un modelo con el fin de exhibirlo para captar fondos para su fabricación, éste no tuvo éxito y nadie se interesó por el proyecto.


No obstante otras invenciones menores realizadas en los 1840, la mayoría de los estadounidenses reivindican que la máquina de coser fue inventada por el granjero de Massachusetts, Elias Howe, quien completó su primer prototipo en 1844, patentándolo un año más tarde.
Howe trató de involucrar al gremio de sastrería en su invento e incluso organizó una competición entre su máquina y los mejores cosedores manuales con resultado favorable a aquella. Pero el mundo todavía no estaba preparado para aceptar la mecanización del cosido, y a pesar de innumerables demostraciones, no consiguió formalizar ninguna venta.
Howe quedó totalmente “entrampado” y decidió enviar a su hermano Amasa a Inglaterra con la esperanza de obtener mejores resultados en la otra parte del Atlántico.

Amasa Howe encontró únicamente a una persona interesada en el proyecto, el fabricante de corsetería William Thomas, quien compró los derechos del invento y concertó con Elias Howe su desplazamiento a Londres con el fin de mejorar y desarrollar la máquina. El encuentro, sin embargo, no fue todo lo fructífero que se esperaba y las desavenencias no se hicieron esperar; las acusaciones por incumplimiento de acuerdos eran mutuas y, sin un céntimo, Elias Howe decidió volver a los EE.UU.

A su llegada pudo comprobar que la máquina de coser había prendido en su país y que varios fabricantes, incluyendo a Singer, estaban fabricando máquinas, todos ellos contraviniendo las patentes de Howe, entablándose una larga serie de pleitos que únicamente fueron resueltos cuando las grandes compañías tales como Wheeler & Wilson y Grover & Baker se unieron, compartieron sus patentes y batallaron como una sola compañía con el fin de proteger su monopolio.

Singer no aportó ninguna mejora notable en la máquina de coser aunque sí fue el precursor de la introducción de nuevas y agresivas estrategias comerciales perfeccionando también los sistemas productivos.
Tanto Singer como Howe acabaron sus días con fortuna como multimillonarios. Otros, como vimos, no tuvieron la misma suerte.
Después de todo lo expuesto no hay duda que pueden seguir las discrepancias sobre quién fue el inventor de la máquina de coser y es improbable que se logre algún acuerdo al respecto. Lo que está claro, no obstante, es que sin el trabajo de aquellos sacrificados pioneros, el sueño del cosido mecanizado nunca se hubiese hecho realidad. – Juan Vte. Santacreu

Información y artículos de máquinas de coser

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