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de coser
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Historia de las maquinas
de coser |
Los investigadores de la etapa inicial de la máquina
de coser pueden argumentar interminablemente el hecho
de quién inventó la que es, en muchos aspectos, una
de las más importantes máquinas jamás ideada, que
causó impacto y admiración en pasadas generaciones
y que, acompañando la revolución industrial de su
época, aportó entre otras muchas cosas la incorporación
de la mujer al mundo laboral, además de introducir
nuevos sistemas de producción y comercialización. |
La historia realmente se inicia
en 1755 en Londres, cuando un inmigrante alemán,
CHARLES WEISENT-HAL, obtiene la patente de un tipo
de aguja con el fin de ser utilizada en el cosido
mecánico.
No existe constancia sobre ningún tipo
de máquina en la que debiera utilizarse dicha aguja,
y tuvieron que transcurrir 34 años antes de que el
inglés THOMAS SAINT inventase la que es generalmente
considerada como la primera máquina de coser.
Fue, pues, en 1790 cuando el ebanista SAINT patentó
una máquina en la cual un punzón perforaba el cuero
permitiendo, entonces, que una aguja lo atravesase.
Empiezan así unos años donde se gestaría el origen
de las máquinas de coser.
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Críticos de THOMAS SAINT reivindican que, muy posiblemente,
este sólo patentó una idea y que tal vez la máquina
nunca fue construida
En este aspecto es sabido que a finales del siglo
XIX —concretamente en 1880— se intentó construir
una máquina partiendo de los planos de SAINT, la
cual no pudo coser ya que para ello hubiera sido
necesario introducirle considerables modificaciones.
La historia, entonces, se traslada a Alemania donde
alrededor de 1810 el inventor BALTHASAR KREMS desarrolló
una máquina para coser gorros, no pudiéndose dar
fechas exactas puesto que la patente no fue solicitada.
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Historia de las maquinas
de coser |
Un excelente sastre austríaco,
JOSEP MADESPERGER, produjo una serie de máquinas
durante los inicios del siglo XIX obteniendo una
patente en 1814.
Habiendo sido becado por el gobierno
austríaco continuó con sus investigaciones a lo largo
de varios años pero fracasó en su intento de adaptar
todos los mecanismos en una sola máquina.
Este desdichado inventor acabó sus días como tantos
otros, en la más absoluta indigencia.
Dos ideas más
fueron patentadas en 1804, una en Francia a nombre
de THOMAS STONE y JAMES HENDERSON —cuya máquina intentaba
emular el cosido a mano— y la otra en Escocia a nombre
de JOHN DUNCAN para una máquina de bordar con múltiples
agujas.
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Nada es sabido del destino de ninguno de dichos
inventos. La primera reivindicación por parte de
los EE.UU. llega en 1818 cuando el clérigo de Vermont
JOHN ADAMS y su socio JOHN KNOWLES construyen un
mecanismo que, aun haciendo un pespunte razonable,
únicamente podía coser una reducida longitud precisando
para ello una laboriosa puesta a punto, hecho éste
que hacía inviable esa idea. Una de las más razonables
reivindicaciones como inventor de la máquina de coser
debe ser, sin embargo, para el francés BARTHELEMY
THIMONNIER a quien, en 1830, le fue concedida una
patente por el gobierno francés. THIMONNIER utilizó
una aguja con lengüeta para su máquina, la cual fue
enteramente construida en madera. Se comenta que
en principio diseñó la máquina para bordar percatándose
más tarde del potencial que la misma podía tener
como máquina de coser. Al contrario que cualquiera
de sus predecesores, THIMONNIER fue capaz de convencer
a las autoridades de la utilidad de su invento consiguiendo,
finalmente, un contrato para la construcción de un
lote de máquinas que se emplearon para coser los
uniformes de la armada francesa. Transcurridos diez
años a partir de la concesión de su patente THIMONNIER
poseía ya una fábrica con ochenta máquinas. Fue entonces
cuando un grupo de sastres parisinos, ante la competencia
que suponía |